Evaristo Cultural: Pertenecés a una generación de escritores a la que en reiteradas oportunidades se ha catalogado como frívola o no comprometida. Este fenómeno que se ha dado tanto aquí en Argentina como en otros países de América Latina no es exclusivo de esta región geográfica, Haruki Murakami o Banana Yoshimoto han sido acusados de lo mismo en Japón, a la vez que en EE.UU. y Europa no sólo se ha manifestado esto en tus congéneres sino que escritores hace tiempo consagrados se han reblandecido. ¿A qué lo atribuís? ¿Te hicieron alguna vez un reproche semejante? ¿Lo sentirías como un agravio? ¿Cuál es, a tu criterio, el compromiso social del escritor? ¿Existe tal compromiso? ¿O se trata simplemente del mismo compromiso que nos compete a todos en tanto seres humanos?
Juan Villoro: No sé si por fortuna o por desagracia nadie ha puesto el acento en mi posible frivolidad. Me molestaría caer en pecado de superficialidad tanto como me molestaría caer en pecado de solemnidad. La ligereza y el sentido del humor son virtudes que en contextos de pompa y circunstancia se vuelven sospechosos de ser frívolos. En todo caso, no veo el problema como un asunto específico de mi generación. No creo que Rodrigo Rey Rosa en Guatemala, Javier Marías en España, Horacio Castellanos Moya en El Salvador, Héctor Abad Faciolince en Colombia o Fabio Morábito en México califiquen como frívolos. Murakami es muy irregular; en su vertiente de "El pájaro que da la cuerda al mundo", "The Elephant vanishes" y "Hardboiled Wonderland" me parece estupendo; "Norwegian Wood", "South of the Border, North of the Sun" y "Spuntik Baby" me parecen cursis, facilonas y frívolas. Una división semejante se puede hacer con Paul Auster. En cambio, Philip Roth, Alice Munro, Ricardo Piglia, Peter Handke, Claudio Magris o J. M. Coetzee siguen adelante sin pasar por la frivolidad. No son consagrados reblandecidos. No creo que haya épocas o generaciones frívolas. La literatura es individual y cada quien lidia con ese tema como puede. En Argentina puedo mencionar a jóvenes con notable fibra narrativa: Oliverio Coelho, Patricio Pron, Hernán Ronsino. La frivolidad siempre flotará sobre la literatura y sobre autores fashion como Jay McInerney, pero nunca encontrará ahí su residencia permanente, para eso tiene a Hollywood y la televisión.
Juan Villoro: No sé si por fortuna o por desagracia nadie ha puesto el acento en mi posible frivolidad. Me molestaría caer en pecado de superficialidad tanto como me molestaría caer en pecado de solemnidad. La ligereza y el sentido del humor son virtudes que en contextos de pompa y circunstancia se vuelven sospechosos de ser frívolos. En todo caso, no veo el problema como un asunto específico de mi generación. No creo que Rodrigo Rey Rosa en Guatemala, Javier Marías en España, Horacio Castellanos Moya en El Salvador, Héctor Abad Faciolince en Colombia o Fabio Morábito en México califiquen como frívolos. Murakami es muy irregular; en su vertiente de "El pájaro que da la cuerda al mundo", "The Elephant vanishes" y "Hardboiled Wonderland" me parece estupendo; "Norwegian Wood", "South of the Border, North of the Sun" y "Spuntik Baby" me parecen cursis, facilonas y frívolas. Una división semejante se puede hacer con Paul Auster. En cambio, Philip Roth, Alice Munro, Ricardo Piglia, Peter Handke, Claudio Magris o J. M. Coetzee siguen adelante sin pasar por la frivolidad. No son consagrados reblandecidos. No creo que haya épocas o generaciones frívolas. La literatura es individual y cada quien lidia con ese tema como puede. En Argentina puedo mencionar a jóvenes con notable fibra narrativa: Oliverio Coelho, Patricio Pron, Hernán Ronsino. La frivolidad siempre flotará sobre la literatura y sobre autores fashion como Jay McInerney, pero nunca encontrará ahí su residencia permanente, para eso tiene a Hollywood y la televisión.
Entrevista a Juan Villoro en Evaristo Cultural: http://www.evaristocultural.com.ar/villoro.htm