29.11.09

Sobre los perros


"El lenguaje que predomina es austero, preciso, parejo, en ocasiones potente y en otras algo impersonal. La generalización debería, sin embargo, dejar al margen dos cuentos que sobresalen en el conjunto. Se trata de “La Presa” de Oliverio Coelho, y de “Y a los perros también”, de Hernán Ronsino. En este último, a la fresca sombra de un epígrafe de Apollinaire: Qué otra cosa es el polvo de los caminos sino la ceniza de los muertos...., Ronsino relata, en boca de una chica campesina, la visita al velorio de un tío. El tío es velado a unos kilómetros de la casa de los deudos, en un pueblo del interior, y el cuento transcurre en el tiempo de ir y volver hasta el velatorio. La lectura deja la impresión de haber asistido a una larga e intensa escena (aunque en realidad está jalonado por escenas más cortas) acaso porque todos los elementos incluidos se confabulan a favor de la unidad. El logrado tono del relato, salpicado de aciertos en el uso de expresiones propias del habla en un entorno de pueblo implica un oído entrenado y sensible. También llama la atención la gracia y sensibilidad para la descripción y la inclusión de detalles. Por ejemplo, la escena de la protagonista en la intimidad del baño, sacándose los zapatos para aliviar los pies doloridos, o la imagen de la camioneta, cuando el grupo viene de regreso, que da cuenta del pasaje del camino de asfalto al camino de tierra, donde el autor se detiene en la génesis y el progreso de los remolinos de polvo, que como el tiempo y la muerte – plano de fondo del relato – van envolviendo al vehículo y a sus ocupantes. Así, Ronsino, en el final remite al epígrafe, a la reiteración inevitable de los ciclos y refuerza el sentido del peregrinaje al trasfondo de una historia familiar, con sus rencores y ajuste de cuentas".

Huellas del pasado