16.10.06

Confundido

Por Hernán Ronsino.
Llegué confundido a la obra de Di Benedetto.
A mí también me sucedió lo que Isidoro Blaisten cuenta en Las cosas que nunca nadie me explicó: en mi caso, siempre confundí a Antonio Di Benedetto con Antonio Dal Masetto. Pero eso sucedió hasta que, efectivamente, leí a Di Benedetto, y entonces, como pasa en todo encuentro con un gran creador, su estilo y su nombre se me volvieron inconfundibles e imborrables.

Uno de los primeros textos que leí de Di Benedetto, fue Enroscado incluido en el libro Cuentos Claros.

El universo de este cuento, de un padre y un hijo cargando con la figura de una mujer/madre ausente (En la casa que ha quedado vacía de madre, empieza diciendo el relato): está atravesado por el espíritu de la desolación y el desamparo: ese aire espeso es el que flota en las distintas piezas de las pensiones que recorren padre e hijo.

Por otro lado, el modelo familiar que predomina en Los suicidas y El silenciero, el de un narrador viviendo con su madre, y la figura de un padre ausente, en este cuento se alteran siendo la ausencia de la madre la que abre el terreno del desamparo y la pena.

Estoy hablando del cuento Enroscado. Incluido en Cuentos claros. Estamos hablando de Antonio Di Benedetto. Hoy podemos hablar de su obra. Participar de un homenaje a veinte años de su muerte, y a cincuenta años de la publicación de Zama.

Pero al consolidarse este procedimiento de homenajes, de alguna manera, se puede correr el riesgo de desactivar el espíritu crítico de su escritura, canonizándola; llegando a convertirse – hablar hoy de Di Benedetto – en un mero gesto formal.

Por lo tanto, teniendo en cuenta, justamente, el reconocido lugar que por fin ocupa en la literatura argentina, creo que es necesario mantener en un plano histórico el devenir de su escritura. Y, entonces, hablar hoy de Di Benedetto es también posicionarlo (como modelo de creación, como artista) frente a ciertas estéticas predominantes, porque, como dice Saer, las narraciones de Di Benedetto provienen de una profunda necesidad personal, indiferentes a la expectativa pública y a lo establecido. Y, sabemos, que lo establecido, casi siempre, no hace otra cosa que corporizar un ruido perecedero.

En definitiva, lo importante es que hoy, aquí, en la Biblioteca Nacional, podemos hablar de la obra de Antonio Di Benedetto como le gustaría al Silenciero, por encima de cualquier ruido dominante.

Texto leído en el Homenaje a Antonio Di Benedetto - Biblioteca Nacional - 10 de octubre de 2006

Huellas del pasado