"Tres novelas comparten el podio de lo mejor del año. Lejos de dónde (Tusquets), de Edgardo Cozarinsky, en la que bucea en la existencia de un puñado de criaturas que cargan con la mochila de un destino incierto; náufragos que huyen de peligros reales, amenazas latentes o imaginarias, con identidades y pasaportes falsos, hacia alguna orilla lejana donde encontrar refugio y trabajo. Esos seres apaleados por la historia con mayúscula se proponen reconstruir sus vidas, llegar a un puerto seguro donde intentarán, infructuosamente, liberarse del pasado. En Glaxo (Eterna Cadencia), segunda novela de Hernán Ronsino, el escritor se desplaza hacia la periferia de Chivilcoy para enfocar mejor las luces y sombras de un mundo que se desmorona sin remedio, y del que no quedarán ni siquiera los escombros de las vías del ferrocarril, levantadas en octubre de 1973. Marcelo Cohen siempre sorprende al lector. Lo hace, nuevamente, con La casa de Ottro (Alfaguara), que transcurre en la isla Ushoda, un lugar donde los políticos son una especie menguante y los pocos que alguna vez han tenido un poder mínimamente aceptable estuvieron al borde de caer aplastados por los consorcios económicos. Una narradora extremadamente nerviosa, Fronda Pátegher, asesora de campaña y de gobierno de Collados Ottro, debe lidiar con un incómodo legado: la casa de este señor que fue su suegro".
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-16474-2009-12-24.html
28.12.09
11.12.09
29.11.09
Sobre los perros
"El lenguaje que predomina es austero, preciso, parejo, en ocasiones potente y en otras algo impersonal. La generalización debería, sin embargo, dejar al margen dos cuentos que sobresalen en el conjunto. Se trata de “La Presa” de Oliverio Coelho, y de “Y a los perros también”, de Hernán Ronsino. En este último, a la fresca sombra de un epígrafe de Apollinaire: Qué otra cosa es el polvo de los caminos sino la ceniza de los muertos...., Ronsino relata, en boca de una chica campesina, la visita al velorio de un tío. El tío es velado a unos kilómetros de la casa de los deudos, en un pueblo del interior, y el cuento transcurre en el tiempo de ir y volver hasta el velatorio. La lectura deja la impresión de haber asistido a una larga e intensa escena (aunque en realidad está jalonado por escenas más cortas) acaso porque todos los elementos incluidos se confabulan a favor de la unidad. El logrado tono del relato, salpicado de aciertos en el uso de expresiones propias del habla en un entorno de pueblo implica un oído entrenado y sensible. También llama la atención la gracia y sensibilidad para la descripción y la inclusión de detalles. Por ejemplo, la escena de la protagonista en la intimidad del baño, sacándose los zapatos para aliviar los pies doloridos, o la imagen de la camioneta, cuando el grupo viene de regreso, que da cuenta del pasaje del camino de asfalto al camino de tierra, donde el autor se detiene en la génesis y el progreso de los remolinos de polvo, que como el tiempo y la muerte – plano de fondo del relato – van envolviendo al vehículo y a sus ocupantes. Así, Ronsino, en el final remite al epígrafe, a la reiteración inevitable de los ciclos y refuerza el sentido del peregrinaje al trasfondo de una historia familiar, con sus rencores y ajuste de cuentas".
16.11.09
15.11.09
2.11.09
27.10.09
24.10.09
13.10.09
5.10.09
8.9.09
4.9.09
27.8.09
19.8.09
15.8.09
11.8.09
9.8.09
3.8.09
Otra vez
La hija de Bob
Baba Nam Keivalam
Todo es amor infinito, me dice ella mientras caminamos por Alem bajo la lluvia, un sábado que parece domingo.
Después tomamos un tren en Retiro.
La lluvia moja la ventanilla del tren que tomamos en Retiro.
Nos bajamos en Coghlan.
Coghlan huele a colonia alemana emplazada en una sierra cordobesa.
Caminamos bajo la lluvia, saliendo de la estación, ese sábado que tiene algo de domingo. Entonces le digo que Cate Blanchett en I`m Not There se parece más a la hija de Bob Dylan que al propio Bob: es cierto que hay un gesto en la mirada, en los dedos que sostienen el cigarrillo, en el pelo revuelto que nos hace pensar en Dylan, pero también hay algo profundo de Cate Blanchett que el disfraz no puede borrar; y cuando digo eso, cuando hablo de la supuesta hija de Bob, ella se resbala, por la lluvia que cae en Coghlan: se resbala como lo ha hecho en todo el día.
¿Es posible, pregunto mientras la sostengo del brazo, que una mujer haga de Bob Dylan?
Cate Blanchett se parece más a la hija de Bob que al propio Bob en I`m Not There.
Ella se queda pensando. Sonríe. La cara se le alumbra, cuando ella sonríe.
No me importan las máscaras, me dice, yo tengo una foto donde no hay ninguna máscara: están mis viejos, está mi hermana, somos chicas, corremos en el campo. No me importan las máscaras, me importa la esencia, el amor infinito. Cate Blanchett es Bob Dylan.
La lluvia nos sigue mojando, prepotente: nos moja los pies, la boca, los ojos, pero no nos importa.
Me dan ganas de que esa escena sea el final de una película.
En esa película, supongamos, el plano se eleva: por eso nos muestra a los dos abrazados saliendo de la estación, ese sábado que parece domingo, y, de fondo, mientras el plano se aleja cada vez más y ahora se ven los árboles mojados y los techos rojos de las casitas de Coghlan, se escucha, creciente, la voz rasgada del Viejo Bob, inventando con su guitarra, por ejemplo, melodías infinitas o, por decirlo de otro modo, suaves, inolvidables formas del amor.
(Publicado en La Liebre 22/3/08)
Por Hernán Ronsino
Para SoleBaba Nam Keivalam
Todo es amor infinito, me dice ella mientras caminamos por Alem bajo la lluvia, un sábado que parece domingo.
Después tomamos un tren en Retiro.
La lluvia moja la ventanilla del tren que tomamos en Retiro.
Nos bajamos en Coghlan.
Coghlan huele a colonia alemana emplazada en una sierra cordobesa.
Caminamos bajo la lluvia, saliendo de la estación, ese sábado que tiene algo de domingo. Entonces le digo que Cate Blanchett en I`m Not There se parece más a la hija de Bob Dylan que al propio Bob: es cierto que hay un gesto en la mirada, en los dedos que sostienen el cigarrillo, en el pelo revuelto que nos hace pensar en Dylan, pero también hay algo profundo de Cate Blanchett que el disfraz no puede borrar; y cuando digo eso, cuando hablo de la supuesta hija de Bob, ella se resbala, por la lluvia que cae en Coghlan: se resbala como lo ha hecho en todo el día.
¿Es posible, pregunto mientras la sostengo del brazo, que una mujer haga de Bob Dylan?
Cate Blanchett se parece más a la hija de Bob que al propio Bob en I`m Not There.
Ella se queda pensando. Sonríe. La cara se le alumbra, cuando ella sonríe.
No me importan las máscaras, me dice, yo tengo una foto donde no hay ninguna máscara: están mis viejos, está mi hermana, somos chicas, corremos en el campo. No me importan las máscaras, me importa la esencia, el amor infinito. Cate Blanchett es Bob Dylan.
La lluvia nos sigue mojando, prepotente: nos moja los pies, la boca, los ojos, pero no nos importa.
Me dan ganas de que esa escena sea el final de una película.
En esa película, supongamos, el plano se eleva: por eso nos muestra a los dos abrazados saliendo de la estación, ese sábado que parece domingo, y, de fondo, mientras el plano se aleja cada vez más y ahora se ven los árboles mojados y los techos rojos de las casitas de Coghlan, se escucha, creciente, la voz rasgada del Viejo Bob, inventando con su guitarra, por ejemplo, melodías infinitas o, por decirlo de otro modo, suaves, inolvidables formas del amor.
(Publicado en La Liebre 22/3/08)
2.8.09
30.7.09
28.7.09
22.7.09
18.7.09
en julio
Glaxo, de Hernán Ronsino: cosas que pasan en el pueblo.
En un pueblo apacible donde las fábricas, los negocios y la gente aparece o desaparece sin causa y sin generar demasiado aspaviento, la noticia de un crimen es la única huella de una traición silenciosa.
Una historia convertida en esquirlas que se recompone a partir del relato de cuatro personajes, revelando cómo la violencia nacional se cuela en las vidas privadas.
Glaxo es la segunda novela de Hernán Ronsino, un escritor que indaga en las profundidades de la vida de provincia.
16.6.09
8.6.09
7.5.09
5.5.09
Fledermaus / Otoño
AÑO 4 - Nº 11 - MARZO DE 2009
Editorial
El caso de Los tallos amargos y los premios EMECE 1954, por Juan José Delaney
Para defenderse de los escorpiones, por Fernando Sorrentino
Viaje, por Daniela Szpilbarg
Para uso personal, por Elvira Hernandorena
La ira, por Eugène Ionesco
El libro recomendado, por Valeria Uhart
Poesías, por Luis Tedesco
De la noche a la palabra, por Hugo Cella
Créditos
2.5.09
29.4.09
20.3.09
La erótica
La erótica del relato más que una antología esuna intervención. Una intervención literaria ycultural que utiliza estrategias de las vanguardiasde principios del siglo XX para devolverle ala literatura aquello que ésta, en su afán porsacudir esteticismos rancios y acercar el arte a lavida, terminó olvidando. La barbarie, ahora, enpleno siglo XXI, ágrafo y virtual, se vuelvecontra sí misma. La barbarie clama por papel,tiene memoria, recuerda que nació del oprobio ydice que toda palabra es política, que el olor delos muertos insepultos la subleva… Frente alimperio de la “mala literatura”, de la inmediatezy el consumismo vacuo, del desprecio de formasy de fondos, esta compilación de relatos absolutamenteheterogéneos y las palabras que lapreceden son un intento desesperado por guillotinarmandatos y despertar en la literatura lapasión demiúrgica dormida. “Lo literario” aquíquiere escribirse –refundarse– haciendo uso detodas sus libertades para llegar a través de lolúdico, el amor, la locura, el dolor o el erotismo,a resoluciones orgásmicas. La erótica del relatoes puro deseo, deseo de futuro. El lector juzgarási esta aventura, que intenta resolver con iracundiala imposible ecuación tramada entre Arte,Orfandad y Crimen, ha valido la pena.Jimena Néspolo y Matías Néspolo
23.2.09
14.1.09
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Una poética de la educación
por Hernán Ronsino. Byung Chul Han, el filósofo coreano, dice que toda narración crea comunidad. Que narrar teje una trama comunitaria. Pe...
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El año pasado se sancionó, a través de una ordenanza, la creación de una Editorial Municipal que tiene como fin promover la activida...